31 julio, 2006

Buenisimo: se terminaron las vacaciones

Hoy ingresé al Palacio a las 8,00 horas, que hermoso volver a ver las caras de toda esta gente. Por suerte estaba nublado y frio. En la oficina, por un problema de servidor, no hubo Internet hasta las 11,00 horas, mejor, así pude trabajar tranquilo. Mi ventana no cierra bien y el aire entra silbando finito y me da en la nuca, si me hago un poquito para atrás me entra en la oreja el chiflete y me quedo sordo, excelente! así no escucho la radio. Lo más lindo de todo es que se cayó el sistema de la base telefónica porque estan cambiando la Central y el único que funciona es el mio, que bueno! voy a conocer mucha gente por que todas las llamadas las atiendo yo. Mis empleadas, divinas!, estan con el tema de unas ratas que aparecieron en la casa de no se quién y cada una vió alguna vez, una más grande que la otra.
Además, mi blog volvió al ostracismo desde donde nunca debió salir. no recibo ni una queja.(Borges atinadamente diría la meta es el olvido, yo he llegado antes). Genial!
Me repito como rezando: la vida es bella, debo vivirla con ganas.

30 julio, 2006

Los otros vienen a vivir su vida en mi ventana

Ayer pasó algo que quiero contar y que bien podría ser un manifiesto a la cultura subdesarrollada y a la relación hombre- mujer, modelo siglo XVIII que todavía se mantiene en mi pueblo.
Primer acto:
Me fui a dormir recién a las tres de la mañana y a las cinco me desperté por unos gritos en la vereda, me levante de un salto, fui hasta la ventana del living y mire hacia la calle. Un chico discutía con la novia en la puerta de mi casa.
Distancia del hecho: 2 metros. Temperatura: 6º, yo miraba por la rendija de la persiana de madera y sólo podía ver desde la cintura para abajo, pero escuchar, escuchaba clarito.
Como todas las cosas de la vida me hacen pensar -constantemente- en todas las cosas de la vida, esa madrugada, a oscuras, descalzo, envuelto en la manta que cubre el sillón del living y raspando mi nariz en la madera recordaba al Mario de otro tiempo, cuando era un adolescente implacable, torturado y torturador, que se imponía con juegos de palabras y era capaz de dar vuelta cualquier situación.
Muy lejos de ese nivel, estaba este chico (tenía maldad, pero no tenía conocimiento del alma humana), no le faltaba ánimo para hacerla sufrir y ella estaba muy dispuesta a someterse fácil al control del idiota, (me decía a mi mismo: esto no es un reto, el flaco no tiene rival y es tonto porque no se da cuenta, está gastando tristemente su letra, que a veces - y Dios lo sabe- hace tanta falta). Al chico le bastaba con decir: perdóname, subamos al auto y charlemos y el gil estaba abocado a una seguidilla de reproches y justificaciones. Encima el tipo modulaba la voz, (¡!) se hacia el locutor para contar que estaba deprimido, se hacia el atormentado: Vos sabés que tengo problemas decía (¿?). Me pregunto como se escribe esta parte? Como poner en palabras toda la estupidez de este actor que derrochaba lirismo?, como ponerle nombre a esta noche, como explicar que estaba de pie, helándome y atrapado otra vez en una historia ajena? (Tengo que decir que la mínima reacción de ella hubiera despertado al heroe ocioso que seguramente todavía vive en mí, e impulsado a salir -como estaba, que payaso- a romperle la cara al gritón y meterle el discursito prepotente en el ...)

Pero mejor pasemos al segundo acto, que esto no se terminó tan fácil.

Pensaba cuando ya estaba desvelado, tomando café y mirando las repeticiones de Sony, que patética noche de viernes la mía y allí nomás me dije de jueves, de miércoles, de martes… (se viene, se viene la pregunta…)
- Porqué no salió el viernes? me interpela el oficial sin cara que vive arriba del ropero.-Porque estaba ebrio respondí (se viene, se viene la pregunta…) De alguna manera, en el fondo de esa taza de café se empezó a dibujar mi más íntimo rostro y tuve miedo.
- Porqué estaba ebrio?- no sé, pero seguro que no fue por la comida.
- No se haga el gracioso, mire que lo conozco, que tomó? -Tomé jugo de los viñedos de altura, (mis brazos hacia arriba, las piernas distantes entre si, de rodillas sobre la cama, mirando al cielo y con un dejo de culpa que se podía entrever en el ceño y tal vez los más observadores verían en la tensión de mis hombros) tinto, de exportación, cantidad: 4 botellas, precio por botella: 28 pesos casi 10 dólares. Satisfecho? (se viene, se viene la pregunta…)
Alguien, llámese Dios o diablo, ángel de la soledad o pura fantasía, se estaba riendo de mí...

- Pero a todo esto, dígame... (se viene, se viene la pregunta…) ¿Porqué estaba solo?

26 julio, 2006

¿Quien muere?

En realidad no quiero escribir esto, pero tampoco quiero escribir sobre lo otro, que parece que es un tema que se cerró. De todos modos que los veinte minutos al año que me reservo para ser yo mismo sean los veinte minutos equivocados, no es tan grave.
Estas palabras llegaron a mis manos a causa de una de las tantas generocidades de Lazaruz. Internet da la autoria a Pablo Neruda. Puedo estar equivocado, pero creo que Neruda no es el autor. Me parece que es uno de esos escritos que se atribuyen a otros para que se difundan más rápido.
¿Quién muere? Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce. Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú. Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las"íes" a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos. Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos. Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo. Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante. Muere lentamente, quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, no pregunta de un asunto que desconoce o no responde cuando le indagan sobre algo que sabe. Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar. Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida felicidad.

25 julio, 2006

24 horas

Yo, que a fuerza de complicarme la vida, cada tanto decido robar un libro y guardarlo en una flor, hice una pregunta. Me respondieron de una manera tan extraña, que aunque no tengo nada parecido a una certeza, tampoco tengo dudas.

Uno -prisionero hasta de las más mínimas convenciones- espera ansioso encontrar las semejanzas en iniciales, números, guiños favorables de los astros o al menos señales transmisibles, refutables, que permitan comparaciones, perspectivas, que sigan los pasitos cansinos de la lógica (dos proposiciones verdaderas no pueden negarse a si mismas...) y lo sorprenden (de verdad que lo sorprenden) con datos más abarcadores y a la vez más convincentes.

Me queda la sensación de que esa niña es irrealidad hecha de humo o de materia de nube y que tiene en la mirada los singulares puñales de Electra. Dejó un tibio beso en la frente, que correspondo a mi manera antigua con un leve quiebre de cintura.

Hoy es un día azul de primavera, creo que moriré de poesía, de esa famosa joven melancólica no recuerdo ni el nombre que tenía. Sólo sé que pasó por este mundo como una paloma fugitiva: la olvidé sin quererlo, lentamente, como a todas las cosas de la vida. (Nicanor Parra)

24 julio, 2006

Que me palpen de armas

Creo en el amor como en la experiencia más maravillosa de la existencia y como generador de toda clase de alegría; y en el amor correspondido como en la felicidad misma. Pero no fui educado para él, ni para la felicidad, ni para el placer. Porque fue advertido malamente contra la entrega y el gozoso abandono que supone. Cada día, entonces, todavía, es una ardua conquista, una trasgresión, una desobediencia debida a mí mismo, una porfía. La laboriosa tarea de desaprender lo aprendido, el desacato a aquel mandato primario y fatal, aquel dictamen según el cual se gana o se pierde, se ama o se es amado, se mata o se muere.La vida, por lo tanto, no me ha endurecido. Ese sea tal vez mi mayor logro. Que me palpen de armas. Dejo a un lado, si es que alguna tuve o me queda, toda arma que sirva para volverse temible, para someter, para acumular, para ser poderoso, para triunfar en un mundo de mano armada en el que la felicidad se compra con tarjeta de crédito.No quiero que la lucidez me cueste la alegría ni que la alegría suponga la negación o la ceguera. Pero no me es fácil. Me cuesta vivir a contratiempo, con la sensación de ser testigo de un desatino histórico gigantesco, de un extravío descomunal, tan irracional, absurdo o desolador como la bomba de neutrones. No entiendo al mundo. Me parece, como dice Serrat, que ha caído en manos de unos locos con carnet. Me siento ajeno a la debacle pero en medio de ella.Mi vida es apenas un instante en el océano del tiempo y es como si quisiera que ese instante fuera sereno y hondo en medio de una ensordecedora discoteca o de un holocausto definitivo siempre a punto de estallar. Me desazona la banalización de la vida, la ostentación, la deshumanización salvaje de los poderosos, la aceptación y el elogio del "sálvese quien pueda", la práctica y la prédica del desamor y de la histeria. Me descorazona la idiotez colectiva, la idealización de lo superfluo, el asesinato de la inocencia, el descuido suicida de lo poco que merecería nuestro mayor esmero, el desconocimiento o el olvido de nuestra propia condición.Me conmovió no hace mucho que el cosmólogo Sagan, en un artículo extenso, escrito como desde un punto perdido en el infinito del espacio, desde el cual el mundo se observa como una bolita cachuza, terminara diciéndonos: "besen a sus hijos". Escuchemos a esos hombres; sigámoslos, leamos a los poetas; no permitamos que el misterio de la existencia deje de estremecernos cada día, porque es el costo más alto que podemos pagar por nuestra necedad y nuestra omnipotencia.La vida de un árbol merece nuestra devoción y nuestro más grande regocijo. Al amparo gozoso de su sombra, acariciados por la tibieza de la luz del sol y abrumados por el sonido mágico e irrepetible de su follaje mecido por la mano invisible del viento, estaremos a salvo de la alienación y de la orfandad; siempre y cuando seamos capaces de apreciar esa gloria, mientras nos sea posible, y de reconocer en ella nuestra mayor riqueza.Que la muerte no nos hiera en vida, que la ferocidad no nos pueda el alma, que nada troque nuestra dicha de estar despiertos, que una caricia nos atraviese como una flecha jubilosa y radiante. Besemos a los que amamos, amémonos.
Autor: Victor Martinez (actor)

17 julio, 2006

04 julio, 2006

Razón de vivir

Para decidir si sigo poniendo esta sangre en tierra, este corazón que bate su parche sol y tinieblas. Para continuar caminando al sol por estos desiertos para recalcar que estoy vivo en medio de tantos muertos. Para decidir, para continuar, para recalcar y considerar sólo me hace falta que estés aquí con tus ojos claros.¡ay! Fogata de amor y guía, razón de vivir mi vida. Para aligerar este duro peso de nuestros días, esta soledad que llevamos todos: islas perdidas. Para descartar esta sensación de perderlo todo para analizar por donde seguir y elegir el modo. Para aligerar, para descartar, para analizar y considerar sólo me hace falta que estés aquí con tus ojos claros.¡ay! Fogata de amor y guía, razón de vivir mi vida. Para combinar lo bello y la luz sin perder distancia. Para estar con vos sin perder el ángel de la nostalgia. Para descubrir que la vida va sin pedirnos nada y considerar que todo es hermoso y no cuesta nada. Para combinar, para estar con vos, para descubrir y considerar sólo me hace falta que estés aquí con tus ojos claros.¡ay! Fogata de amor y guía razón de vivir mi vida.

Víctor Heredia

Como la cigarra

Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitando. Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal por qué me mató tan mal y seguí cantando. Cantando al sol como la cigarra después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente que vuelve de la guerra. Tantas veces me borraron, tantas desparecí, a mi propio entierro fui solo y llorando; hice un nudo en el pañuelo pero me olvidé después que no era la única vez y seguí cantando. Cantando al sol como la cigarra después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente que vuelve de la guerra. Tantas veces te mataron, tantas resucitarás, cuántas noches pasarás desesperando. Y a la hora del naufragio y de la oscuridad alguien te rescatará para ir cantando. Cantando al sol como la cigarra después de un año bajo la tierra,igual que sobreviviente que vuelve de la guerra.

María Elena Walsh