Uno -prisionero hasta de las más mínimas convenciones- espera ansioso encontrar las semejanzas en iniciales, números, guiños favorables de los astros o al menos señales transmisibles, refutables, que permitan comparaciones, perspectivas, que sigan los pasitos cansinos de la lógica (dos proposiciones verdaderas no pueden negarse a si mismas...) y lo sorprenden (de verdad que lo sorprenden) con datos más abarcadores y a la vez más convincentes.
Me queda la sensación de que esa niña es irrealidad hecha de humo o de materia de nube y que tiene en la mirada los singulares puñales de Electra. Dejó un tibio beso en la frente, que correspondo a mi manera antigua con un leve quiebre de cintura.
Hoy es un día azul de primavera, creo que moriré de poesía, de esa famosa joven melancólica no recuerdo ni el nombre que tenía. Sólo sé que pasó por este mundo como una paloma fugitiva: la olvidé sin quererlo, lentamente, como a todas las cosas de la vida. (Nicanor Parra)
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