Catalina Bahía
Miguel Cantilo
Catalina tenía la rutina del eterno crepúsculo en la piel. Su comarca de sexo en una esquina, sus hectáreas de pecho en un vaivén. Catalina sabía el argumento de las sábanas rotas por amor, me soplaba la letra con su aliento y nos iba surgiendo esta canción. Labio sobre labio, sobre labio y la península mía, beso contra beso, contra beso y tu bahía. Cuando se hacen las dos de la mañana, cuando se hacen las cuatro del amor, sus pupilas hamacan porcelana en ojeras de rimel y carbón. Catalina de fuego y nicotina esperando volver a comenzar, bocanada profunda que ilumina la mirada marrón de par en par. Labio sobre labio, sobre labio y la península mía, beso contra beso, contra beso y tu bahía. La mirada en el techo de los días, la ceniza en el suelo del pudor y su nombre arrugado en una silla, su apellido tendido en el balcón. Encendí la fogata que combina, mi melena, la tuya y la del sol, un retrato de fuego Catalina, con rutina de lento caracol. Labio sobre labio, sobre labio y la península mía en tu bahía.
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