31 julio, 2007


Ya pasó el Poncho, la demostración más cabal de nuestra cercanía evolutiva al mono o si se quiere para no ofender al mono nuestra irreconciliable distancia con la base mínima de la sociedad ideal.

Tuvimos como era de esperar algunos elogios por el trabajo desplegado en la feria (pero la vida es una feria) y también algunas críticas (sic: ma eh como se animan astar si son vagos eh)

Yo miraba a la gente y pasaba de la bronca a la ternura y viceversa y me di cuenta de que los errores que cometo surgen de la mala construcción de las hipótesis de cuales parto para elaborar mi vida.
Debería saber que no puedo esperar la mejor leche de vaca si ordeño una cabra.

Si me preguntan que me acuerdo de este Poncho voy a decir la tierra, la mugre, la pobreza, la pereza para pensar mejor de nuestros funcionarios, la irresponsabilidad y la falta de criterio de la gente a cargo del evento, la miseria intelectual de nuestro gobierno y cosas por el estilo.

Los ciudadanos, por más brutos que sean, (y como contribuimos a eso!) merecen respeto. Inaugurar una obra faraónica a costos triplicados sin haberla terminado – los baños químicos!, sin agua!, la desolación y la falta de previsión en temas como el estacionamiento, la cortina forestal o al menos de media sombra, las oficinas de información sin gente informada (ay no sé de eso… yo estoy aquí nomás, venga a las siete que cambia el turno), los lugares para comer con sesenta mesas y una parrilla de dos metros por cincuenta centímetros (tenemos demoras de una hora master), los pocos depósitos de residuos colmados durante todo el día y muchísimos etc.
Alguien más vio que la gente este año estaba más pobre?, Alguien más caminando por el Poncho pensó eso de Pan y Circo, alguien más se dijo que no es posible, aún dentro de la lógica más precaria, vender fernet y no tener hielo? Me enervó ver a una familia a la cual se le durmieron los hijos esperando la comida y cuando se quejaron les dijeron que vayan al rancho de al lado que tenia menos clientes. La prepotencia también se expresa ahí, esa respuesta es el traslado de la otra prepotencia, la del gobierno cuando entrega, licita o vende los espacios y acomoda, no pide antecedentes ni requisitos para un buen servicio.
Todo esto es falta de respeto y es seguramente por acostumbrados que ya no nos damos cuenta, como tampoco nos damos cuenta del enorme potencial que tenemos, ni de la cantidad de derechos que nos amparan y así contentos entre fiestas, recitales, comparsas con niñitas mostrando la cola o promesas de estadios nuevos, vamos bajando por este espiral descendente. Todos juntos vamos por más.

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