22 octubre, 2008

Se recibió y a la semana dejó familia, amigos, pareja, perro, en fin sus cosas, armó un bolso y sin más que una dirección llegó cerca de mi casa a trabajar de ocho a una, algunas tardes, nunca sábado ni domingo.
Un amigo de un amigo me invito a cenar y la casualidad y las mujeres de todos acomodaron las sillas para quedar frente a frente. Yo a la jugada la vi venir cuando pise la primera baldosa del quincho y actué como todos esperaban - histeriquié desde el alto palco que me permite ser medianamente inteligente- conté al descuido que mamá está en Europa (sin aclarar que ahorró una vida); abrí un debate sobre la tinelización de la cultura sólo para dejar entrever mi nuevo plasma, cité artículos de las viejas revistas crisis que en realidad eran de la revista Ñ y que leo en la casa de mis viejos, sorprendí con una disimulada y prolija lluvia de voluptuariedades - siempre cuidando de no ofender y para eso soy extremadamente metódico-, esperando mi turno para hablar, dejando pasar algunos bocadillos para no acaparar y alabando todo lo alabable, entendiendo todo lo entendible y concluyendo -speach infalible- con la alegría que me da lo sencillo y cálido de la vida. Payaso.
Uno gradualmente va aprendiendo, cuando tiene voluntad de aprender, que el espanto a la soledad es el mejor poxiran y que detrás de caras, poses, protocólos y otras hierbas, andando el carro se acomodan lo melones.
Menú típico, muy variado (producto de la atenta colaboración de todas las mujeres que no saben que carajo hacer de sus vidas y aportan un desorden de dulces, agridulces y salados, buenos vinos con el mismo desorden), y a casa que llueve.
Te llevo. Y se dejó llevar; tomamos algo en otro lado total mañana no trabajás, dijo bueno vos decidí, dijo tambien que volver a la casa sola, que cocinar sola, que sola de acá que sola de allá y ya me empezo a cansar... Un par de horas después pasó lo que suele pasar, momento que quedará inscripto en mi memoria (vaya paradoja) como el más olvidable. Forzamos una decena de intentos y ya no la volví a ver - en ese sentido- por que a veces me la cruzo y nos saludamos. Parece que si dejó familia, amigos, pareja, perro, mucho no le va a costar la indiferencia.

1 comentario:

madre enamorada dijo...

claro porque no,veo que a encontrado mi blogs,yo disfruto leer el suyo,el unico que leo,hablando en serio ja.esto es mas mi diario personal,que por alguna razon quise imaginar de compartirlo con alguien que no me conoce,y esa idea me gusto,me impulso,y aca estoy.........Madreenamorada