
Su pensamiento, su filosofía de vida, el compromiso con su tierra y con su tiempo, la profunda coherencia entre su modo de ser y sus palabras, entre los principios fundamentales sustentados y los mensajes promovedores de transformaciones sociales, fueron guía de los hacedores de nuestra nación.
Sus discursos son lecciones de vida apoyados en convicciones íntimas de fe, de libertad y justicia. Impresiona verdaderamente en Esquiú la solidez y entereza de su alma, la confianza y mesura de su lenguaje. Sus Sermones son llamados a la convivencia cívica, y por ello mismo, a la actitud reflexiva, al respecto, a la tolerancia y a la concordia.
Que nos sirva su ejemplo para reflexionar sobre la juventud a la que debemos formar, sobre los valores de paz, solidaridad, libertad y justicia que anhelamos conseguir.
Creo que Fray Mamerto Esquiú debe estar ahora más que nunca vigente con su ejemplo, sobre todo para la clase política, que aún – y me incluyo- le debemos a nuestra Catamarca una solución a la pobreza, solución que conseguiremos si seguimos el ejemplo del padre Esquiú quien socorrió a los pobres y también él fue pobre, que compartió con los humildes y él también fue humilde, que solicitó el bien de todos, procurando para todos. Y su lugar en la historia lo tiene ganado no solo por su impecable claridad sino por el testimonio constante de entrega, de hombría de bien, de amor por su prójimo.
Nos decía el padre Esquiú que el orgullo impide el progreso, y muchas de las cosas que hoy pasan en Catamarca se deben al orgullo desmedido. El país presenta hoy un panorama, un escenario favorable para las provincias del cual Catamarca nunca gozó y quizás nos pase de largo porque las diferencias que nos vienen dividiendo desde hace tanto tiempo no nos permiten tomar esas oportunidades.
Esquiú en su célebre sermón nos reclamaba sumisión a las leyes, respeto y obediencia a las leyes que en aquel momento eran la base de la unión nacional, Esquiú vivió su incursión política tratando de liberar al pueblo de tantos odios, de tanta violencia, de tanta división. Sigamos su ejemplo, que las diferencias ocasionales no sean el árbol que nos tape el bosque, ayudemos entre todos a lograr el bien de todos, sin egoísmos, sin egolatrías huecas.
Catamarqueños no nos dividamos más. Ese puede ser el mejor homenaje a Fray Mamerto Esquiú.
Que sea su memoria la inspiración para resolver los desafíos del nuevo siglo.
Fuente: Internet (gracias Internet)
1 comentario:
Mario: Leimos tu comentario muchisimas gracias por él. Catamarca nos ha gustado muchísimo y sinceramente creo que volveremos alguna vez.
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