01 marzo, 2006

Sobre vacío, pereza intelectual y ambiciones varias.

Lo peor que me puede pasar es que me entiendan por completo.


Hoy a media mañana en el Hotel A se realizó una breve y significativa reunión, donde los escuálidos prospectos políticos de nuestra sociedad se encontraron para demostrar su vigencia.
El tema es que se los vio más preocupados por la foto que por definir los primeros pasos de una agenda común.
Yo, convencido de que toda ambición es legítima –salvo- la que se construye sobre la necesidad y la ignorancia de los demás sentí un profundo asco por esa gente. Esos tipos me enlutan la esperanza.
El eminente cuñado, sus secuaces más cercanos, el diputado -confeso marioneta- un par de personajes que no están presos por que no hay justicia y el coro estable de serviles y aprovechados, dieron marco al evento. Entre aquellos, precisamente al centro de los mismos, destacando un impecable traje gris, estaba mi jefe. Pensé: que caro que paga. El caso es que en medio de la reunión se levanto y se fue – no a vomitar al lobby- pero si a la suficiente distancia de todo ese egoísmo. Al Jefe todavía le creo, más allá de mi indiscutida lealtad- que ya dejó clarito que poco le sirve y le importa- le creo porque sé que ser distinto es un valor que no va a negociar. Cuando lo veo, veo un buen padre para sus hijos – y eso a mi me importa mucho-, veo un hombre con trayectoria que superó las dificultades con inteligencia y que en los momentos más duros no transigió ni traicionó sus ideales, a veces veo un loco y otras veces un tipo poco cuerdo. Pero siempre un ser humano.
El caso es que al eminente cuñado le dio un ataque de celitis por el tema de las fotos y la actitud de la prensa y nuestro valor -tan sensible a esos arrestos- decidió dejar la cancha libre y retirarse. Bien mirada la cosa, hizo bien.
El diario tuvo un festín con la noticia, y después filtró- operativo mediante- lo que quiso el cuñado más famoso de la política local – si su caradurez se pudiera medir por calibre, sería un misil transoceánico- . Nosotros mea culpa mediante, decidimos por fin sentarnos a preparar una estrategia, la cual sospecho con algún fundamento, quedará en la nada. De todos modos esto que cuento es para explicar porque vinieron a mi memoria unas palabras de JLB:

JACTANCIA DE QUIETUD

Escrituras de luz embisten la sombra, más prodigiosas que meteoros. La alta ciudad inconocible arrecia sobre el campo. Seguro de mi vida y de mi muerte, miro los ambiciosos y quisiera entenderlos. Su día es ávido como el lazo en el aire. Su noche es tregua de la ira en el hierro, pronto en acometer. Hablan de humanidad. Mi humanidad está en sentir que somos voces de una misma penuria. Hablan de patria. Mi patria es un latido de guitarra, unos retratos y una vieja espada, la oración evidente del sauzal en los atardeceres. El tiempo está viviéndome. Más silencioso que mi sombra, cruzo el tropel de su codicia. Ellos son imprescindibles, únicos, merecedores del mañana. Mi nombre es alguien y cualquiera. Paso con lentitud, como quien viene de tan lejos que no espera llegar.

En fin, salí estupefacto y me dije: esto va al blog.

1 comentario:

2Puntos dijo...

Estimado,
Me estoy haciendo aficionado a sus relatos, poblados de metáforas.
Como usted sabe, yo también fui espectador de esa reunión de diferentes alrededor de una mesa, esperando que se sirvan sus expectativas personales. Usted dice bien, salvo excepciones, todas las ambiciones pueden ser legítimas. La nuestra lo es.
Podemos comenzar el camino sentados a la mesa de un elegante hotel y rodeados de socios, bien vestidos y de dudosa moral, ya que acabaremos conduciendo una columna de harapientos hacia sus merecidas reivindicaciones. De lo que ya tuvimos demasiado en esta tierra son de los dirigentes que hicieron el camino inverso.
Siga embistiendo las sombras con su escritura, si me permite la sugerencia, construya su propia ambición y piense quienes se merecerán su hierro cuando acabe la noche.