28 marzo, 2006

Conclusiones

El 24 de marzo de 1976, los comandantes Videla, Massera y Agosti derrocan al gobierno constitucional de Isabel Martínez de Perón, dando fecha cierta al comienzo de una época trágica, sin precedentes en la historia argentina, que había comenzado unos años antes con el desmanejo de la democracia, la triple A, los grupos parapoliciales, paramilitares, la burocracia sindical, las juventudes políticas en caminos erráticos y mal dirigidas o dirigidas al efecto por mentes perversas y sedientas de poder. Todo esto fue el caldo de cultivo de una situación que dio lugar, no sólo a la presencia militar sino también a su aceptación por gran parte de la sociedad argentina. Lo que no supieron calcular estos últimos fue que lejos estaban las peores predicciones del límite hasta donde llegarían las Fuerzas Armadas.
Esta conmemoración pasó dejando una estela de sinsabores y recuerdos amargos. Lo más saliente fue el reportaje a Lila, que descarnadamente relató su vivencia en uno de los diarios locales.
En lo personal, estoy convencido que además del daño directo y visible: 30.000 desaparecidos, miles de encarcelados, asesinados, exiliados; la impagable deuda externa, la destrucción de la industria nacional, de la educación pública, del sistema de salud pública, la utilización del Estado como aparato de represión y todos los desastres económicos, sociales y políticos, está el otro daño, más artero y prolongado: el perfil social que nos quedó grabado a fuego y que a casi 23 años del regreso de la democracia todavía nos pinta de cuerpo entero. Esa matriz instalada dice de nosotros -entre otras cosas-, que somos fachos, autoritarios, que aceptamos la impunidad del poder y que vemos en el Estado Nacional o Provincial una fuente inagotable de recursos para usar sin discreción.
Al efecto y a modo de homenaje decido una acción concreta:
No ser autoritario, no dejar que el opositor ocasional sea el árbol que me tape el bosque, empezar a ver en aquellos que piensan y sienten diferente un espejo donde encontrar mis verdades. En mi credo personal incluyo la inexistencia de los enemigos de ideas y me propongo reconocer en los otros a personas que trascienden la ocasión. Esa actitud será mi acción y testimonio contra la matriz impuesta.
Por último agradezco a Lazaruz, Frodo, Isabella, Lila y por supuesto a H por compartir generosamente la experiencia, sus dudas y certezas, el saber y esa tremenda capacidad de reflexión que los hace seres excepcionales.

2 comentarios:

2Puntos dijo...

Sr, Suke,
Para mi este 24 de marzo ha sido muy especial, me sorprendió la genuina emoción de los actos, por momentos me volvió la memoria emotiva de los primeros años de democracia. Esta experiencia vivida en nuestra provincia –permítame la apropiación- me ha hecho cambiar de opinión, pensaba que era innecesario y exagerado revolver viejas heridas, he descubierto que no es así, es útil y necesario. Sabia que por estos lados la Dictadura comenzó mucho antes de marzo del 76 pero ignoraba que había terminado tanto después.
Le dejo un fuerte abrazo y un nostálgico “Hasta la victoria, siempre”.

Unknown dijo...

SR: SUKE

A modo de conclusión, creo que estos 30 años, estaban cubiertos por silencio, dolor y miedo. En este año creo que se ha empezado a remover la olla, y aparecieron olores distintos, esos que muchos no querían oler, es quizás por eso que se fueron lo más lejos posible. Esperemos que allá sido una bisagra para recuperar la verdad, esa que con mucho afán siguen ocultando atrás del “algo Habrán echo”. Creo que hay muchos jóvenes que ya han sido infectados con esta dosis de “olvido para repetir.”
Creo que es como usted expresa, un cambio particular, para contagiar algo de democracia, a lo general. Porque “El cambio del mundo comienza por uno” GHANDI